Antonia bautiza al Luno con un nombre único para hacerlo especial. Como sólo lo encuentra por las noches, busca entender por qué el Sol no convive con él en el cielo si hay suficiente espacio para jugar juntos. ¿Conseguirá que el astro dorado, ese al que las flores y las ventanas abiertas siguen apasionadamente, se vuelva amigo del Luno?
Mientras busca formas de reunirlos, una tormenta aclarará las dudas de Antonia y la ayudará a comprender que no hay distancias, ausencias ni nubarrones que le ganen a la imaginación.
Ilustrado en acuarelas y con un QR que linkea a una canción original para musicalizar esta aventura, este cuento está recomendado para niños de entre 1 y 6 años.